El periodo Sakoku es uno de los más fascinantes de la historia de Japón. Este periodo, que duró de 1633 a 1853, se caracteriza por una política de aislamiento de Japón del resto del mundo, una política que se puso en marcha para proteger la cultura y la tradición japonesas de las influencias extranjeras.
Antecedentes históricos y establecimiento de la política Sakoku
El establecimiento de la política Sakoku suele atribuirse al Shogun Tokugawa Iemitsu, que gobernó Japón de 1623 a 1651. Para entonces, Japón ya había experimentado varios siglos de contacto con el mundo exterior, en particular con China y los países europeos. Sin embargo, esta apertura también había provocado conflictos internos y disturbios civiles.
Para poner fin a estos conflictos y proteger a Japón de las influencias extranjeras, Tokugawa Iemitsu implantó una política de estricto aislamiento. Se prohibieron los contactos comerciales y culturales con el mundo exterior, salvo en unos pocos puertos limitados y regulados, donde el comercio estaba estrictamente controlado. Esta política también condujo a la persecución de los cristianos japoneses y extranjeros, ya que el cristianismo se consideraba una amenaza para la cultura y la tradición japonesas.
Efectos económicos y culturales de la política Sakoku
La política Sakoku tuvo importantes efectos económicos en Japón. Con la prohibición del comercio exterior, los comerciantes japoneses se vieron obligados a dirigirse al mercado nacional. Esto condujo a un importante desarrollo del comercio dentro de Japón, especialmente en las ciudades de Edo (actual Tokio), Kioto y Osaka. Los comerciantes japoneses desarrollaron nuevos productos y servicios para satisfacer la demanda interna, lo que contribuyó a la prosperidad económica de Japón durante este periodo.
Culturalmente, la política sakoku provocó una gran efervescencia interna. Artistas, escritores e intelectuales japoneses produjeron obras de gran calidad, reflejo de la identidad cultural japonesa. Surgieron nuevos géneros literarios, como las novelas populares (los «jōruri»), y se desarrollaron y perfeccionaron artes tradicionales japonesas como la ceremonia del té, la caligrafía y la cerámica.
El final del periodo Sakoku
El final del periodo Sakoku suele atribuirse a la llegada de los barcos estadounidenses del comodoro Perry en 1853. Estos barcos obligaron a Japón a abrir sus puertos al comercio internacional, poniendo fin a casi dos siglos de aislamiento. Esta apertura supuso cambios significativos para Japón, como la adopción de nuevas tecnologías y la modernización de la economía y la sociedad.