Los jizo, también conocidos como jizobosatsu, son deidades budistas muy populares en Japón. Son representaciones de Bodhisattva, seres iluminados que han elegido permanecer en la Tierra para ayudar a los seres vivos a alcanzar la iluminación.
Los Jizo suelen representarse como estatuas de piedra o madera, normalmente de un metro de altura y vestidas con túnicas rojas. Suelen asociarse con la protección de los niños y los viajeros, así como con la compasión y la misericordia.
La historia de los jizo se remonta a la antigua India, donde se les consideraba protectores de niños y viajeros. Con el tiempo, esta veneración se extendió a China y Japón, donde los jizo se convirtieron en una figura popular en la cultura budista.
En Japón, los jizo son venerados en todo el país y suelen encontrarse en templos budistas, santuarios sintoístas e incluso en calles y parques públicos. Los padres y las familias que han perdido un hijo o un feto pueden erigir estatuas de jizo en su honor, y estas estatuas suelen estar rodeadas de juguetes, ropa y dulces como ofrenda.
Los jizo también se asocian con la protección de los viajeros, sobre todo los peregrinos que recorren los caminos sagrados de Japón. Las estatuas Jizo se colocan a menudo a lo largo de las carreteras y rutas de senderismo para guiar a los viajeros y protegerlos de los peligros del camino.
Además de su papel como protectores de niños y viajeros, a los jizo también se les considera seres compasivos y misericordiosos. Los creyentes pueden rezar a los jizo para pedir curación, protección y compasión. A menudo se colocan ofrendas de dulces, juguetes y otros objetos ante las estatuas de los jizo para agradecerles su benevolencia y protección.
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